En un mundo repleto de información la producción de contenido ha dejado de ser un valor indudable.
De hecho el término producción mismo ha perdido en definición, ya que demasiado a menudo pensamos estar produciendo contenido cuando en realidad sólo lo estamos re-produciendo, copiando y pegando, difundiendo a través las redes sociales.
Otras veces, cogidos por un extraño e impetuoso anhelo por comunicar, fabricamos y compartimos en pocos segundos contenidos nuevos, pero la rapidez de la operación dice mucho de la calidad de los mismos.
Y estos fenómenos raros no son una prerrogativa de nuestra cultura mediterránea o europea, porque en esto nos asemejamos mucho a otras dos mil millones de personas más, todas las que están conectadas a internet en el mundo.
Cuando la información se produce y reproduce tan rápidamente y copiosamente parece casi más importante saberse proteger de esta ola informacional que promete inundarnos que no ser capaces de añadir nuevas gotas a este océano.
Hay quien aconseja cerrarnos en casa con las cortinas bajadas, pero ésta no es una solución contra la subida de los océanos, ya que de todas formas un día o el otro el agua llegará a nuestra puerta.
Lo que tenemos que aprender son nuevas habilidades que nos permitan navegar este océano, cabalgar la ola.
La curación de contenidos es una de estas habilidades, y las infografías unas herramientas muy útiles para llevarla a cabo.
De hecho el término producción mismo ha perdido en definición, ya que demasiado a menudo pensamos estar produciendo contenido cuando en realidad sólo lo estamos re-produciendo, copiando y pegando, difundiendo a través las redes sociales.
Otras veces, cogidos por un extraño e impetuoso anhelo por comunicar, fabricamos y compartimos en pocos segundos contenidos nuevos, pero la rapidez de la operación dice mucho de la calidad de los mismos.
Y estos fenómenos raros no son una prerrogativa de nuestra cultura mediterránea o europea, porque en esto nos asemejamos mucho a otras dos mil millones de personas más, todas las que están conectadas a internet en el mundo.
Cuando la información se produce y reproduce tan rápidamente y copiosamente parece casi más importante saberse proteger de esta ola informacional que promete inundarnos que no ser capaces de añadir nuevas gotas a este océano.
Hay quien aconseja cerrarnos en casa con las cortinas bajadas, pero ésta no es una solución contra la subida de los océanos, ya que de todas formas un día o el otro el agua llegará a nuestra puerta.
Lo que tenemos que aprender son nuevas habilidades que nos permitan navegar este océano, cabalgar la ola.
La curación de contenidos es una de estas habilidades, y las infografías unas herramientas muy útiles para llevarla a cabo.
Si la curación de contenidos es la habilidad de buscar, organizar y difundir contenidos relevantes para una comunidad sobre un tema específico, no sorprende que la infografía - que tiene como finalidad la de transmitir claramente y rápidamente información compleja a través de una representación gráfica – sea una buena manera de hacer curación de contenidos.
La búsqueda de datos relevantes y la evaluación de las fuentes, que son los primeros pasos para curar contenidos puede ser que no se vean reflejados perfectamente en la infografía, pero no cabe duda de que una infografía cuyos datos sean triviales o no verificados es una mala infografía, sea cual sea su apariencia gráfica.
Donde la infografía se revela como herramienta muy útil para el content curator es en la tarea de organizar el contenido.
En efecto para crear una buena infografía los datos no pueden ser simplemente agregados o yuxtapuestos sin lógica: para que la infografía logre su reto, toda la información recopilada se debe reducir a su tratos esenciales, los contenido así elegidos tienen que ser organizados en la manera más clara posible y su disposición debe favorecer una representación gráfica de los mismos a través de imágenes creadas ad hoc, etc.
En suma, como para curar contenido, para elaborar una buena infografía los datos tienen que ser primero analizados con cura y después sintetizados en una forma nueva. Esta operación - que siempre requiere un aporte personal elevado por parte del curador – se hace aún más personal y creativa en la infografía, donde el content curator tiene que producir una segunda síntesis, visual, de los contenidos y a este fin elegir y/o producir imágenes adecuadas a representar intuitivamente los datos y que sean al mismo tiempo atractivas y no banales. No cabe duda de que una infografía que cumple todos estos requisitos puede producir nuevo conocimiento en su destinatario.
Finalmente la difusión – tarea determinante para el content curator – entra sin duda en el concepto mismo de infografía, puesto que se trata de una herramienta vuelta a representar y clarificar para otros un contenido complejo – aunque muchas veces nos demos cuenta de que este heteroclarificación es y tiene que ser primero una autoclarificación..
La búsqueda de datos relevantes y la evaluación de las fuentes, que son los primeros pasos para curar contenidos puede ser que no se vean reflejados perfectamente en la infografía, pero no cabe duda de que una infografía cuyos datos sean triviales o no verificados es una mala infografía, sea cual sea su apariencia gráfica.
Donde la infografía se revela como herramienta muy útil para el content curator es en la tarea de organizar el contenido.
En efecto para crear una buena infografía los datos no pueden ser simplemente agregados o yuxtapuestos sin lógica: para que la infografía logre su reto, toda la información recopilada se debe reducir a su tratos esenciales, los contenido así elegidos tienen que ser organizados en la manera más clara posible y su disposición debe favorecer una representación gráfica de los mismos a través de imágenes creadas ad hoc, etc.
En suma, como para curar contenido, para elaborar una buena infografía los datos tienen que ser primero analizados con cura y después sintetizados en una forma nueva. Esta operación - que siempre requiere un aporte personal elevado por parte del curador – se hace aún más personal y creativa en la infografía, donde el content curator tiene que producir una segunda síntesis, visual, de los contenidos y a este fin elegir y/o producir imágenes adecuadas a representar intuitivamente los datos y que sean al mismo tiempo atractivas y no banales. No cabe duda de que una infografía que cumple todos estos requisitos puede producir nuevo conocimiento en su destinatario.
Finalmente la difusión – tarea determinante para el content curator – entra sin duda en el concepto mismo de infografía, puesto que se trata de una herramienta vuelta a representar y clarificar para otros un contenido complejo – aunque muchas veces nos demos cuenta de que este heteroclarificación es y tiene que ser primero una autoclarificación..
La importancia de la infografía en un ambiente educativo del siglo XXI es indudable.
Nunca como ahora los alumnos y los docentes tienen que saber seleccionar los contenidos esenciales y organizarlos de manera tal que tengan un significado claro. Cuando la información es mucha, la capacidad de reconocer los datos más importantes y estructurarlos en un recorrido lógico y clarificador es indispensable para poder tener acceso directo y llano a la información misma, para que seamos nosotros los que entramos a la información conscientemente y no ella la que nos submerge.
La finalidad comunicativa de la infografía es tan importante para los profesores como para los alumnos.
Si es indudable que un docente necesita saber transmitir a sus oyentes el contenido de forma lógica esencial y casi autoevidente, no cabe duda tampoco de que los alumnos tengan que saber hacer lo mismo para favorecer una forma de aprendizaje colaborativo. En el aula la infografía acaba siendo de fundamental importancia no tanto por el contenido que transmite cuanto por la forma de relacionarse a la información que revela.
Un docente que hace servir la infografía está comunicando algo mucho más importante que los datos: está facilitando a los estudiantes una manera de relacionarse con los datos – en la que la selección, la organización y la transmisión de los mismos son los conceptos fundamentales – y también un concepto de aprendizaje diferente, más colaborativo que individual, ya que la infografía – aunque muy útil como dijimos para la autoclarificación – va siempre dirigida a otros.
En la clase de idioma la infografía puede revelarse una herramienta muy interesante.
No cabe duda de que la transmisión de contenido a través de una infografía por parte del docente favorece la comprensión y la memorización del mismo. Un ejemplo muy banal puede ser el utilizo de los adverbios de frecuencia: su presentación en una infografía donde a los vocablos se asocie un gráfico de barras resulta sin duda más clara y atractiva que un texto llano.
Nunca como ahora los alumnos y los docentes tienen que saber seleccionar los contenidos esenciales y organizarlos de manera tal que tengan un significado claro. Cuando la información es mucha, la capacidad de reconocer los datos más importantes y estructurarlos en un recorrido lógico y clarificador es indispensable para poder tener acceso directo y llano a la información misma, para que seamos nosotros los que entramos a la información conscientemente y no ella la que nos submerge.
La finalidad comunicativa de la infografía es tan importante para los profesores como para los alumnos.
Si es indudable que un docente necesita saber transmitir a sus oyentes el contenido de forma lógica esencial y casi autoevidente, no cabe duda tampoco de que los alumnos tengan que saber hacer lo mismo para favorecer una forma de aprendizaje colaborativo. En el aula la infografía acaba siendo de fundamental importancia no tanto por el contenido que transmite cuanto por la forma de relacionarse a la información que revela.
Un docente que hace servir la infografía está comunicando algo mucho más importante que los datos: está facilitando a los estudiantes una manera de relacionarse con los datos – en la que la selección, la organización y la transmisión de los mismos son los conceptos fundamentales – y también un concepto de aprendizaje diferente, más colaborativo que individual, ya que la infografía – aunque muy útil como dijimos para la autoclarificación – va siempre dirigida a otros.
En la clase de idioma la infografía puede revelarse una herramienta muy interesante.
No cabe duda de que la transmisión de contenido a través de una infografía por parte del docente favorece la comprensión y la memorización del mismo. Un ejemplo muy banal puede ser el utilizo de los adverbios de frecuencia: su presentación en una infografía donde a los vocablos se asocie un gráfico de barras resulta sin duda más clara y atractiva que un texto llano.
Pedir a los alumnos que hagan una infografía sobre un contenido determinado los obligará a poner en juego y desarrollar diferentes habilidades.
Si se trata de un contenido cultural – como podría ser “la familia en España” - los estudiantes estarán obligados a buscar información en el idioma extranjero, individualizar las palabras claves y encontrar una representación gráfica apta a figurar los datos esenciales. Se trata de un ejercicio estimulante que permite ampliar y consolidar habilidades de comprensión y producción escrita, que favorece la ampliación y la consolidación del vocabulario y obliga a una reflexión sobre los diferentes estilos culturales de estructuración y de representación del contenido.
Si se trata de un contenido gramatical, morfológico, o sintáctico, los alumnos pondrán en práctica una reflexión metalingüística además de encontrarse otra vez con el problema de la variedad cultural de las estructuras lógico-representativas.
En los dos casos las infografías pueden ser utilizadas en el marco de un aprendizaje colaborativo como producto individual o como producto de un trabajo de un grupo y será presentado a la clase entera.
La brevedad, la claridad y la apariencia figurativa de las mismas tendrían que favorecer el aprendizaje del contenido también por parte de los alumnos que ejercen el rol de espectadores.
Si los estudiantes pertenecen a culturas diferentes será muy interesante reflexionar sobre las diferentes representaciones de contenidos similares y sobre el rol de la imagen en el proceso de transmisión y traducción de conceptos de una cultura a otra.
Si se trata de un contenido cultural – como podría ser “la familia en España” - los estudiantes estarán obligados a buscar información en el idioma extranjero, individualizar las palabras claves y encontrar una representación gráfica apta a figurar los datos esenciales. Se trata de un ejercicio estimulante que permite ampliar y consolidar habilidades de comprensión y producción escrita, que favorece la ampliación y la consolidación del vocabulario y obliga a una reflexión sobre los diferentes estilos culturales de estructuración y de representación del contenido.
Si se trata de un contenido gramatical, morfológico, o sintáctico, los alumnos pondrán en práctica una reflexión metalingüística además de encontrarse otra vez con el problema de la variedad cultural de las estructuras lógico-representativas.
En los dos casos las infografías pueden ser utilizadas en el marco de un aprendizaje colaborativo como producto individual o como producto de un trabajo de un grupo y será presentado a la clase entera.
La brevedad, la claridad y la apariencia figurativa de las mismas tendrían que favorecer el aprendizaje del contenido también por parte de los alumnos que ejercen el rol de espectadores.
Si los estudiantes pertenecen a culturas diferentes será muy interesante reflexionar sobre las diferentes representaciones de contenidos similares y sobre el rol de la imagen en el proceso de transmisión y traducción de conceptos de una cultura a otra.
Entre las herramientas para crear infografías yo recomiendo Piktochart por la atractividad de su apariencia visual y la facilidad de uso.
Otra herramienta muy útil para representar gráficamente el conocimiento es Visual.ly.
Otra herramienta muy útil para representar gráficamente el conocimiento es Visual.ly.